Querido compañero, ahora que ya has decidido embarcarte en este viaje, ha llegado el momento de dejar de observar el paisaje. Como dice una famosa canción, “se hace camino al andar” y camino o “path” es el que supongo que ya habrás elegido. En Toastmasters, te ofrecen diferentes rutas en función de tus intereses y objetivos. Decidirte por uno no suele ser difícil, lo que sí cuesta más, es hacer el rompehielos.

La palabra, no suena como si te invitasen a un cálido baño de espuma, pero es bastante certera ya que, romper, significa un esfuerzo y el hielo se descompondrá en cuanto te muestres ante tu público. El rompehielos es tu primer discurso que, te lo aseguro, te impulsará a querer repetir. Una vez que  hayas vencido la reticencia, tendrás ganas de hacer un segundo discurso para corregir aquello que no hiciste como tenías planeado.

Por mi propia experiencia, nunca digo todo lo que tenía escrito , o siempre hago algún cambio imprevisto que  surje en el momento de la puesta en escena. En mi opinión, lo mejor es no aprenderte el discurso de memoria. Quizás puedas  repetirlo como lo redactaste sin cambiar ni una coma…pero qué sucede, ¿si en un momento no recuerdas aquella palabra de enlace o haces un cambio en el orden de tus ideas? Es probable que te trabes y que tengas dudas que no pasarán desapercibidas a una audiencia Toastmasters.

No pasa nada si te equivocas, sin embargo, mi recomendación es que tengas claras las ideas que quieres expresar y el orden en el que quieres exponerlas. Has de entrenar, no te confíes demasiado. Ante tu auditorio, respira, deja que las ideas fluyan con orden lógico y muéstrate auténtico.

Seguro que si así lo haces,  tendrás éxito.

El rompehielos  “calienta los motores” de la máquina de producir discursos. Una vez que la pones en marcha y te enfocas en superar los objetivos que te plantea tu programa educativo, es cuando empiezas a crecer y a evolucionar como orador.

Ahora piensa, ¿cuándo vas a dejar de mirar el paisaje y romper el hielo?